miércoles, 29 de junio de 2011

"Denuncia Gráfica"

El Museo Colección Blaisten presenta una importante revisión acervo gráfico de la colección de Andrés Blaisten, en el marco de la exposición Denuncia Gráfica, Realidades contrastantes en el México de principios del siglo XX. A través de más de 170 grabados la exposición busca resaltar la importancia que adquirió la gráfica en nuestro país como instrumento de denuncia social y política en la construcción del Estado Mexicano.



La historia del México moderno no puede ser comprendida si no se consideran las profundas desigualdades que caracterizaban a la sociedad mexicana, y las luchas sociales que desencadenaron dichas diferencias. Durante la primera mitad del siglo, se llevaron a cabo contantes pugnas por la inclusión de los diversos grupos sociales en el proyecto de Nación, y la lucha en la defensa de la igualdad y del respeto a los derechos de cada individuo. Esto, en el marco de la conversión de un país tradicionalmente rural que encaminaba sus pasos hacia la modernidad y la urbanización.



Los artistas de aquel entonces, consideraban que el quehacer artístico en el contexto posterior a la Revolución Mexicana, no podía estar alejado de un compromiso social, y de la búsqueda de un arte público al alcance de todos. Así, difundieron sus ideas y las de diversos sectores de la sociedad, por medio de grabados en diversos formatos, ricos en contenido visual y que gracias a los periódicos, revistas, carteles y folletos tuvieron la capacidad de llegar incluso a los rincones más olvidados de nuestras ciudades. La gráfica fue un instrumento creador de imaginarios de un México más justo, incluyente y sin desigualdad.



Agradezco profundamente a quienes hicieron posible que esta importante revisión se llevara a cabo.

 



Vannesa Bohórquez

Directora

jueves, 23 de junio de 2011

La gráfica como denuncia: imágenes de sedición y rebeldía

Miguel Ángel Rosas



La esclavitud de la patria, es nuestra propia esclavitud
Ricardo Flores Magón
(1874-1922)


En el México de finales del siglo XIX, la crítica social mediante estampas satíricas, generó un enorme potencial de imágenes donde la gráfica como denuncia se manifestó en una realidad mordaz, sarcástica y punzante. Navajas, gubias y buriles fueron el instrumento que el grabador utilizó para incidir en una realidad de represiones callejeras, violencia, y desamparo. El escenario fue la ciudad y la calle el principal campo de acción. Los carteles amanecían pegados con su protesta en los muros y la ciudad era tomada desde su clandestinidad y asalto. El cartel callejero como medio de denuncia dio la voz al pueblo y trastocó la palabra mediante el grito. Las hojas volantes fueron distribuidas gratuitamente para cuestionar los acontecimientos políticos y sociales del régimen en turno y al ser reproducibles ampliaban el potencial comunicativo de un arte verdaderamente público. La dureza y brutalidad en los mensajes de la gráfica de denuncia evidenciaron el sistema que pensaron combatir.

El artista buscó influir en la población, para crear conciencia del momento histórico que se había llegado y generar un cambio social. La efectividad de la imagen se manifestó en el grado de censura y prohibición gubernamental.

El grabado pretendía cambiar al mundo, sacudirlo y transformarlo mediante la democratización de la imagen; sin embargo, de la Independencia (1810) a la Reforma (1859-1861) y a la Revolución (1910) se anda en el camino natural de la tierra prometida. Hacia la década de los años cincuenta la ciudad posrevolucionaria había quedado atrás; el país había cambiado y la generación envejecido. La ciudad rural se volvió moderna, los caballos desaparecieron y los campos se vistieron de asfalto. El proyecto modernizador del sexenio de Miguel Alemán (1946-1952) se alejaba de las metas sociales de la revolución; el pueblo sólo aparecía como un telón de fondo en las decisiones del grupo en el poder.

Hacia la década de los cincuenta, la Revolución pedía un nuevo rostro. A los 51 años de edad, Leopoldo Méndez (1902-1969) propone una revisión de la historia. En su obra, Homenaje a José Guadalupe Posada (1953) ya no hay revolución, hay porfirismo y con ello se evidencia el punto más alto de una ciudad sin sueño. La escena tiene lugar en 1902, mucho antes del estallido revolucionario. El grabador toma la realidad, la detiene y la regresa al lugar de partida, a la calle, sin embargo la realidad ya era otra y el tiempo permanecerá inamovible. Los grabados de denuncia y sus imágenes de sedición y rebeldía se recontextualizaran a partir de sus distintas lecturas.

El grabado mexicano en las rutas plásticas de la modernidad

Cristóbal Andrés Jácome



El grabado en la primera mitad del siglo XX en México, es muestra de la complejidad del proceso histórico acontecido en el país. Tomando como momento de secesión la Revolución de 1910, la reconfiguración política de la nación se torna en términos plásticos en un realismo comprometido con los ideales que dieron origen a la movilización revolucionaria. La resulta, es así, una imperante figuración por parte del movimiento muralista mexicano el cual, sin duda, tiene una injerencia notable en el quehacer de los grabadores del México moderno. Su notoria influencia puede verse en tanto estilo y contenido en el trabajo de Leopoldo Méndez, el grabador mexicano por excelencia y quien fuera uno de los principales actores para la fundación del Taller de la Gráfica Popular (TGP) en 1937. De esta forma, el arte del grabado está profundamente marcado por la impronta del realismo, una suerte de figuración que busca ir del episodio histórico al momento lúdico y fugaz de la vida cotidiana, del apacible ambiente bucólico a las prometedoras alegorías del progreso.

En el amplio panorama de obras que reúne Denuncia Gráfica, pueden observarse las amplias posibilidades expresivas del grabado mexicano a través de un recuento histórico, mostrando representantes y momentos determinantes de este quehacer artístico. Hacia una puntualización más precisa de estas piezas, el presente texto se centrará en la impronta de la imagen fotográfica y cinematográfica en el grabado y el recurso iconográfico de la industria como elemento ejemplificador de la modernidad.

En 1949, en el libro conmemorativo de los doce años de la fundación del TGP, Leopoldo Méndez argumentaba que la labor del grabador era como la de un fotógrafo que de pueblo en pueblo recorría fotografiando rostros de los habitantes sin maquillaje y desprovistos de escenografía. Las palabras de Méndez, casi al concluir la primera mitad del siglo XX, revelan el interés por mantener una imagen “honesta y genuina” de México acorde a los ideales revolucionarios. Correlacionaba, también, el medio fotográfico con el grabado, acercándose a una sinergia entre medios en la cual Méndez trabajaba en ese entonces. Más cercano a la pujante revolución técnica y de medios acontecida en la primera mitad de siglo, Méndez incursiona en el lenguaje cinematográfico haciendo grabados para las películas Río escondido y Pueblerina. Aquí, las piezas de Méndez están insertas a manera de storyboard, lo cual hace patente el interés del grabador por dialogar con otros sistemas técnicos de producción de imágenes. En el ya conocido Homenaje a Posada, la utilización de la mirada fotográfica por parte Méndez es notoria. Por el dinamismo y gestualidad de los personajes situados a espaldas del grabador y de la revuelta social que se observa a través de la ventana, en el linóleo del Méndez es palpable la influencia de la mirada fotográfica. Puede decirse que en esta obra icónica del grabado mexicano, la presencia del término “instante decisivo” del fotógrafo Henri Cartier-Bresson toma lugar. En la obra de otro de los miembros del TGP como es Luis Arenal, la cultura visual cinematográfica es perceptible. Tren revolucionario mantiene vínculos cercanos con las imágenes de la película Memorias de un mexicano de Salvador Toscano, filme en el cual está depositado buena parte del imaginario nacional en torno al proceso histórico de principios de siglo.

Así como el grabado entró en diálogo con otros medios de producción de la imagen técnica, de la misma forma representó el despertar y apogeo de la industria. Aquellos grandes complejos industriales que surgieron a partir de la década de los veinte, fueron impresos a través de las máquinas del grabado. La fascinación que producían las nuevas estructuras fabriles ante los ojos de una sociedad que vivía el auge de su industria fue determinante no sólo para los grabadores, sino para toda una generación de artistas que veían en los ambientes industriales un icono del progreso para el país. Sin duda, el momento clave más importante en términos de una visualidad moderna en torno a la industria, fue en 1931 con el concurso lanzado por Cementos Tolteca, un proyecto cultural del Ingeniero Federico Sánchez Fogarty cuya impronta puede observarse en más de un ejemplo de la plástica mexicana.

En los trayectos visuales del grabado, existen ejemplos de una simplicidad y abstracción de formas sumamente sugerente como es Fábrica de Fernando Leal. Leal opta por representar una arquitectura fabril tomando como eje temático y compositivo una serie de chimeneas que permanecen en un primer y segundo plano. Un tanto más saturada en su composición es Fábrica de Abelardo Ávila. Ávila plasma en esta pieza un entramado de objetos que reflejan la pujanza moderna del entonces: cables de luz, silos, galones y desde luego, una fábrica. Esta pieza puede compararse con La Indianilla (1921) y Puerto (1921), ambas de Fermín Revueltas, donde está presente también el componente eléctrico en un ambiente industrial. Una pieza más narrativa es Trabajadores en Fábrica de Jesús Tamayo, la cual además de mostrar la impronta del progreso, recupera un episodio cotidiano dentro del ambiente laboral.

Con base en los ejemplos arriba mencionados, se puede dar cuenta de los trayectos del grabado mexicano en la era de los medios y la industria, un atisbo del entrecruce entre arte y la técnica moderna. Así, en el grabado se encuentra un caldo de cultivo para observar los vínculos entre la plástica mexicana y el pulso de la revolución tecnológica.

Denuncia Gráfica. Realidades contrastantes en el México de principios del siglo XX

Mónica Ashida



Posada fue tan grande que quizá un día se olvide su nombre. Está tan integrado al alma popular de México que tal vez se vuelva enteramente abstracto…
Diego Rivera



 
“Denuncia Gráfica - Realidades contrastantes en el México de principios del siglo XX” presenta una mirada crítica sobre la vida urbana de la primera mitad del siglo pasado, periodo de grandes contrastes e ilusiones, que muestra la realidad después del gran sueño revolucionario, en donde el romanticismo nacionalista de la vida rural se ve desplazado por una urbe en frenético crecimiento, donde la modernidad y el progreso se presentaban flamantes en cada rincón de la capital mexicana que se imponía así como el centro vital de un país convulsionado por los cambios.

Los campesinos dejan la tierra para buscar una vida mejor en las calles dominadas por las florecientes industrias, donde los obreros buscan justicia en su condición laboral, donde las mujeres adquieren papeles protagónicos y salen de su encasillamiento como seres abnegados y sumisos entregándose al estudio, al trabajo y al placer.

La lucha entre la tradición y la modernidad encuentra a sus portavoces ideales en los artistas, quienes haciendo de lado el protagonismo individual, toman al grabado como su herramienta de denuncia y divulgación política y social, convirtiendo sus imágenes en consignas de dominio popular, en esperanza y aliento para los menos afortunados, en reflejo de orgullo y avance de una sociedad ansiosa de progreso y vanguardia, en un reflejo de la suntuosidad y el lujo de una nación controlada por pocos.

Así pues es como grandes nombres como David Alfaro Siqueiros, José Guadalupe Posada, José Clemente Orozco, Leopoldo Méndez, Isidoro Ocampo, Fernando Leal, Alfredo Zalce, Feliciano Peña, entre otros, conviven codo a codo en esta muestra con sus colegas menos conocidos, unidos por el espíritu común de servicio a un pueblo azotado por la injusticia y la desigualdad, que solo puede ser espectador de una ostentosa realidad que los mantiene al margen, permitiéndoles solo echar pequeños vistazos a un mundo que se presenta como eje central de una realidad que solo puede rota a través de los agudos trazos de estos grandes maestros grabadores.


martes, 21 de junio de 2011

Personajes relevantes en la Historia del grabado en México

Entre las figuras más relevantes del grabado en México figura el conde italiano Claudio Linati, quien arribó a México en el año de 1826, fue él quien introdujo a México la técnica de la litografía así como el primero en dar a conocer a través de este medio, las costumbres de México. Este tema inspiraría a artistas posteriores como Casimiro Castro del cual les compartimos la obra Trajes mexicanos la cual pertenece a la Colección Blaisten.

Casimiro Castro,  Trajes mexicanos, litografía, Papel: 29x42.9, siglo XIX

 
Otra de las figuras más conocidas en el grabado mexicano es José Guadalupe Posada quien, en 1866 trabaja como aprendiz en el Taller de don Trinidad Pedroza, editor del pasquín El Jicote, donde aprendió la técnica de la litografía. Realizó ilustraciones para el periódico dominical El Jicote, fundado por Pedroza así como para La Patria Ilustrada, semanario que comenzó su edición en 1883. Les compartimos una de sus obras: El jarabe en ultratumba (grabado al buril en plomo, papel: 35x23.8 cm, papel: 10x5.5, s/f) que forma parte del acervo de la Colección Blaisten.


José Guadalupe Posada, El jarabe en ultratumba, grabado al buril en plomo, papel: 35x23.8 cm, papel: 10x5.5, s/f


Jean Charlot, artista francés, llegó a México en 1921 impulsando a un gran número de artistas mexicanos en el arte del grabado, sobre todo a los de la Escuela al Aire Libre de Coyoacán. Gracias a la serie Via Crucis que trajo consigo, donde resumía de manera clara y expresiva las corrientes artísticas más importantes en Europa, en especial lo referente al renacimiento del grabado en madera con lo que logró despertar el interés por el arte del grabado xilográfico. Les compartimos una de sus obras: Maternidad que pertenece a la Colección Blaisten.

Jean Charlot, Maternidad, Litografía, Papel: 19.9x21.1 cm, 1931

Francisco Díaz de León ocupa un lugar de suma importancia dentro de la historia del grabado en México. Este artista, nacido en Aguascalientes, dirigió la Escuela de Pintura al Aire Libre de Tlalpan, donde se enfatizaba en la gráfica. En 1929, fundó un taller de grabado en la entonces Escuela Central de Artes Plásticas, dirigido por Diego Rivera, de donde llegó a ser director en 1933. En 1938, creó la Escuela de Artes del Libro, la primera escuela de grabado en México, y su carrera de pintor pasó a un segundo plano, ya que su atención se enfocó en el grabado, las artes gráficas y el diseño y producción de libros, siendo el principal renovador del arte de la estampa en México. Fue director de arte de la revista Arte y vida mexicana de 1938 a 1939 así como miembro del Seminario Mexicano de Cultura y de la Academia de Artes. Les compartimos una de sus obras: Tranquilidad, que forma parte del acervo de la Colección Blaisten.


Francisco Díaz de León, Tranquilidad, Grabado en madera de pie, Papel: 30.4x27.7 cm, 1928



Destaca también, Fernando Leal quien fuera el primer artista mexicano que se atrevió a grabar en madera. En la imagen podemos ver una pequeña muestra de su trabajo: Pintor de naturalezas muertas (Grabado, madera de hilo, Papel: 30.7x28.1 cm)


Fernando Leal, Pintor de naturalezas muertas, Grabado, madera de hilo, Papel: 30.7x28.1 cm, s/f

 




Fuentes consultadas
Bolaño, Sara (coordinadora), Gráfica mexicana contemporánea, México, Secretaria de Relaciones Exteriores, 2000.
García Bustos, Arturo, [et.al], La gráfica en México, México, Academia de Artes, 1999.
Gutiérrez Juana, “La época de oro del grabado en México” en Historia del Arte Mexicano, México, Salvat, t.10.
_________, “Los inicios del grabado”, en Historia del Arte Mexicano, México, Salvat, t.11.
Fernández Justino, Arte moderno y contemporáneo de México, t.1. “El Arte del siglo XIX”, México, UNAM, 2001.
Martínez Jesús, Un breve recorrido por el grabado en México, México, Academia de Artes, 1994.



La impresión planográfica

Aunque no es propiamente un grabado, generalmente se toma a la litografía como una técnica más, sin embargo corresponde a la impresión planográfica donde la superficie a trabajar es completamente plana. Se introdujo en México desde el siglo XIX gracias a la llegada del viajero italiano Claudio Linati quien arribó con un taller de litografía, dos prensas y más cincuenta piedras. Además de piedra se pueden utilizar planchas de aluminio o zinc sobre las cuales se dibujan las imágenes con ayuda de algún material graso que repela el agua con la cual se humedecerá la superficie. El último paso del proceso consiste en transferir el diseño al papel por medio de una prensa litográfica. Les compartimos la litografía de G. Rodríguez donde plasma el interior de la Catedral de México en el siglo XIX que pertenece a la Colección Blaisten.

G. Rodríguez, Catedral de México, Papel: 27.5x17.7, S. XIX

El offset es otro método dentro de la impresión planográfica, este medio proporciona un efecto de grabación sin necesidad de bruñir, estampar o utilizar una prensa. Se entinta la superficie en relieve con ayuda de un rodillo posteriormente, con otro rodillo limpio, la imagen es transferida a una hoja de papel. Les compartimos Tierra y Libertad de Gabriel Fernández Ledesma, que forma parte del acervo de la Colección Blaisten.


 Gabriel Fernández Ledesma, Tierra y Libertad, offset, 29.5x41.9, ca. 1950


Fuentes consultadas


Dawson, John (coordinador), Guía completa de Grabado e impresión, H. Blume Ediciones, 1982
Gutiérrez Juana, “La época de oro del grabado en México” en Historia del Arte Mexicano,  México, Salvat, t.10.
_________, “Los inicios del grabado”, en Historia del Arte Mexicano, México, Salvat, t.11.
Martínez Jesús, Un breve recorrido por el grabado en México, México, Academia de Artes, 1994.

Técnicas de grabado en relieve

El grabado en relieve implica transferir una imagen desde una superficie saliente y entintada a algún soporte. Dentro de esta técnica se encuentran la xilografía, grabado que se realiza en madera (de cerezo, lima, peral, sicomoro o boj). La imagen a grabar se puede dibujar de manera directa con tinta o marcando las líneas con algún objeto filoso como una cuchilla o navaja, mientras que las zonas que no deban imprimirse son talladas dejando el diseño en relieve. Una vez terminado ese paso se prosigue a entintar con ayuda de un rodillo para continuar con la estampación sobre papel. Un ejemplo de la aplicación de esta técnica es la obra Trazos 19/75 de Gabriel Fernández Ledesma que forma parte de la Colección Blaisten.

Gabriel Fernández Ledesma, Trazos 19/75, xilografía, 42x56.5, 1980


Dentro de la xilografía se distinguen dos técnicas: la de grabado en madera de hilo y grabado en madera de pie. La diferencia radica en el corte que se le hace a la madera y los materiales que se utilicen para darle forma. En la primera, el tronco ha sido dividido longitudinalmente y se utilizan en navajas, gubias o uñetas, mientras que en el grabado en madera de pie el corte es transversal y el instrumento principal son los buriles. La Colección Blaisten cuenta con ejemplos de ambas técnicas.

Francisco Díaz de León, Taller del Grabador, Grabado, madera de pie, Papel: 26.2x19.3 cm, s/f

Abelardo Ávila, Mujer mirando estrellas, madera al hilo, Papel: 47.3x36 cm, s/f


El linograbado es otra de las técnicas del grabado en relieve y de las preferidas por muchos artistas mexicanos, debido al bajo costo del linóleo. Este material es una tela fuerte e impermeable, formada por un tejido de yute sobre el cual se realiza el diseño a grabar, ya sea dibujándolo de manera directa o calcándolo de un papel. Las partes que no desean imprimirse se rebajan con gubias o cuchillas.

Ángel Zamarripa, Selva Lacandona, grabado, linóleo, Papel: 40.1x28 cm, 1945

El linóleo fue inventado por el británico Frederick Walton quién patentó su fórmula en 1860. La aparición del linóleo en el terreno del arte como sustituto de la madera tuvo lugar a principios del siglo XX. Dos de los primeros exponentes de este medio fueron Henri Matisse y Pablo Picasso. En México Francisco Díaz León fue el primero en realizar grabados en linóleo, a partir de ahí, los artistas mexicanos comenzaron a utilizar esta técnica por ser de fácil reproducción y más barato que el zinc o la madera. En la Colección Blaisten podemos encontrar varios ejemplos del uso de este material, les compartimos Alumnos de pintura modelando y grabando del iniciador Díaz de León. 

Francisco Díaz de León, Alumnos de pintura modelando y grabando, Grabado, linóleo, s/f



Fuentes consultadas

Dawson, John (coordinador), Guía completa de Grabado e impresión, H. Blume Ediciones, 1982
Gutiérrez Juana, “La época de oro del grabado en México” en Historia del Arte Mexicano, México, Salvat, t.10.
_________, “Los inicios del grabado”, en Historia del Arte Mexicano, México, Salvat, t.11.
Martínez Jesús, Un breve recorrido por el grabado en México, México, Academia de Artes, 1994.

Técnicas de grabado en hueco

El grabado se divide en dos categorías: el grabado en hueco y el grabado en relieve. La primera clasificación consiste en hacer incisiones en una plancha metálica, ya sea de cobre, acero, zinc o alguna aleación, para después transferir la imagen al soporte.

Una de las técnicas del grabado en hueco es la conocida como “Punta seca” que recibe su nombre del instrumento de acero en forma de aguja con el que se crean surcos sobre una plancha de cobre, sin llegar a cortar el metal. Se puede reconocer esta forma de grabado por la apariencia que asemeja al de un dibujo a lápiz. Les compartimos Mujer de Emilio Amero donde el artista utilizó dicha técnica.


Emilio Amero, Mujer, papel: 29x22.8, 1930

Otra técnica de grabado en hueco es el aguafuerte, la cual consiste en cubrir la plancha a utilizarse con un material resistente al ácido (base), sobre la cual se plasma la imagen que desea grabarse. La plancha es sumergida en diversos tipos de sustancias químicas con el fin de corroer parte del metal; el tiempo que permanezca determinará la profundidad del grabado y, por tanto, qué tan oscuras resultarán las líneas. Finalmente, se elimina la base y se continúa el proceso con el entintado y la estampación. Un ejemplo de aguafuerte es la obra Rosas de Carmen Toussaint que pertenece a la Colección Blaisten.

Carmen Toussaint, Rosas, grabado, aguafuerte, papel: 16x11.4 cm, s/f




Fuentes consultadas
Dawson, John (coordinador), Guía completa de Grabado e impresión, H. Blume Ediciones, 1982
Gutiérrez Juana, “La época de oro del grabado en México” en Historia del Arte Mexicano México, Salvat, t.10.
_________, “Los inicios del grabado”, en Historia del Arte Mexicano, México, Salvat, t.11.
Martínez Jesús, Un breve recorrido por el grabado en México, México, Academia de Artes, 1994


Breve historia del grabado en México

La historia del grabado en México se remonta al año 1826, cuando el conde italiano Claudio Linati introdujo a nuestro país la técnica de la litografía. Un poco más tarde, en 1895 José Guadalupe Posada hizo lo mismo con el grabado en zinc, en el que trabajó prácticamente el resto de su vida, pues con su habilidad y su arte, el medio se prestaba a una mayor rapidez de ejecución. La soldadera maderista de la Colección Blaisten es un ejemplo del uso de dicha técnica.

José  Guadalupe Posada, La soldadera maderista, dibujo en zinc, papel: 35x23.8 cm, s/f

 
La Revolución Mexicana impuso un estilo diferente, así como un nuevo contenido ideológico; esta nueva visión artística, se caracterizó por una militancia activa y la formación de una conciencia política y nacionalista, tal como lo vemos en la obra de Ángel Zamarripa, donde retrata a uno de los líderes del movimiento armado: Emiliano Zapata, que conforma parte del acervo de la Colección Blaisten.



Ángel Zamarripa, Emiliano Zapata, grabado, madera al hilo, Papel: 34x25.4 cm, s/f

 
En 1921 llegó a México, el artista francés Jean Charlot, cuya obra impulsó a un gran número de artistas mexicanos en el arte del grabado; durante ese mismo año, surgió la revista El Sembrador donde colaboraron con sus grabados artistas como Ramón Alva de la Canal, Ezequiel Negrete, Leopoldo Méndez, Gabriel Fernández Ledesma y Fernando Díaz de León.

 
Leopoldo Méndez, Portada El Sembrador, Grabado, madera de hilo, Papel: 35x23.3 cm, 1931
En 1924, por iniciativa de José Vasconcelos, se organizó la Feria del Libro en el Palacio de Minería, donde se mostraron por primera vez grabados en madera hechos por Gabriel Fernández Ledesma y grabados en linóleo de Francisco Díaz de León.


Gabriel Fernández Ledesma,  Atrio de Amecameca, grabado, madera de hilo, cedro rojo, Papel: 43.6x34 cm, 1925
 

Más tarde, en 1928 inició el movimiento ¡30-30!, cuyos manifiestos y su revista ¡30-30! Órgano de los Pintores de México fueron ilustrados por grabados, ya que tanto los directores de las Escuelas al Aire Libre y de los Centros Populares pertenecían a este grupo. Les compartimos una obra de Francisco Díaz de León en relación a dicha publicación y que pertenece al Fondo Díaz de León de la Colección Blaisten.

Francisco Díaz de León, 30-30 órgano de los pintores de México, grabado en madera de pie, Papel: 16.6x13.6 cm, s/f



El año de 1934 vio el surgimiento de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR), en medio de un clima de intenso nacionalismo y gran interés de las ideas socialistas. Editaron la revista Frente a Frente que contenía artículos literarios, traducciones y entrevistas, ilustrados con grabados de gran calidad donde se advierte la alianza entre los artistas y las organizaciones de masas. Entre ellos se encontraba Pablo O’Higgings, del cual les compartimos Madre indígena que forma parte del acervo de la Colección Blaisten.


Pablo O'Higgings, Madre indígena, litografía, Papel: 17.8x13.5, s/f

Una corporación fundamental en el desarrollo de la gráfica en México fue el Taller de Gráfica Popular, creado en 1937 por iniciativa de Leopoldo Méndez, Pablo O´Higgins y Luis Arenal. La idea principal del taller fue introducir en las artes gráficas un contenido popular y hacerlas de nuevo asequibles a las masas. Por otro lado, brindó la oportunidad a los artistas de imprimir sus propios trabajos, único método que consideraban idóneo para conservar íntegramente su idiosincrasia artística. De la carpeta dedicada al Taller de Gráfica Popular de la Colección Blaisten, les compartimos Tren Revolucionario de Ignacio Aguirre.


Ignacio Aguirre, Tren Revolucionario, Offset, Papel: 21.3x27.4, s/f

 
En el Taller de Gráfica Popular, prevalecía una filosofía de apoyo a los movimientos obreros y campesinos, enfatizando la importancia de conseguir mejores salarios, la expansión de la educación entre el pueblo, así como terminar con la guerra y el fascismo.



Luis Arenal, Alfabetización, Offset, Papel: 27.3x21.3, s/f

 
Los principios de dicha corporación establecían que éste era “un centro de trabajo colectivo para la producción funcional y del estudio de las diferentes ramas del grabado y la pintura […] para que su producción beneficie los intereses progresistas y democráticos del pueblo mexicano, principalmente en su lucha contra la reacción fascista.”[1]



Javier Iñiguez, Juárez, Offset, Papel: 21.3x27.3, s/f


En la Escuela de Artes del libro, fundada por el artista Francisco Díaz de León en 1938, el grabador checoslovaco Koloman Sokol inició un taller de experimentación. Dentro de esta escuela Díaz de León impulsó el cartel por considerarlo uno de los medios de propaganda más activos. Les compartimos Al ataque (grabado, madera de pie sobre papel japonés, Papel: 38x32.5 cm) de Sokol, perteneciente a la Colección Blaisten.



Koloman Sokol, Al ataque, grabado, madera de pie sobre papel japonés, Papel: 38x32.5 cm, s/f

 

En 1947 el grabado recibió un fuerte estímulo con la fundación de la Sociedad Mexicana de Grabadores, cuyo propósito principal era difundir más ampliamente este tipo de arte. Esta forma de expresión ha permanecido vigente hasta nuestros días, incluso ha recibido nuevos impulsos, especialmente en el año de 1967 cuando se creó el grupo “Nuevos Grabadores” como una necesidad de darle al grabado una característica más acorde con las condiciones del momento.





Fuentes consultadas

Bolaño, Sara (coordinadora), Gráfica mexicana contemporánea, México, Secretaria de Relaciones Exteriores, 2000.
García Bustos, Arturo, [et.al], La gráfica en México, México, Academia de Artes, 1999.
Gutiérrez Juana, “La época de oro del grabado en México”, en Historia del Arte Mexicano, México, Salvat, t.10.
_________, “Los inicios del grabado”, en Historia del Arte Mexicano, México, Salvat, t.11.
Fernández Justino, Arte moderno y contemporáneo de México, t.1. “El Arte del siglo XIX”, México, UNAM, 2001.
Martínez Jesús, José Julio Rodríguez, grabador, México, Ediciones la Rana, 2002.
_______, Un breve recorrido por el grabado en México, México, Academia de Artes, 1994.
Rey Palma, Francisco, Leopoldo Méndez, el oficio de grabar, México, CONACULTA, 1994.
Westheim Paul, “El grabado mexicano del siglo XX”, en México en el Arte, No. 10-11, México, INBA/SEP, s/f.
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[1] Enrique Martínez Pérez, “Leopoldo Méndez. Grabador mexicano” en Revista Trabajadores, enero-febrero 2011, p.37