"La fuerza de uno
es solo un accidente que se deriva de la debilidad de los otros."
Joseph Conrad
En un ensayo anterior, Arte tradicional VS arte actual, la
crítica y el perro que se muerde su propia cola, mencioné, a propósito del
conflicto entre diferentes corrientes de crítica de arte en México, una serie
de artículos de diversos autores destinados a hablar de “la llaga casi cerrada”
que representa el brete de las artes tradicionales versus las nuevas
disciplinas que vienen ejerciendo su hegemonía en la oficialidad mexicana.
Si bien dicha controversia en otros países pareciera haberse
apaciguado, la costumbre nacional de “llegar tarde a la fiesta” hace parecer
que no solo la llaga no esta cerrada, sino que constantemente se le hecha sal
para beneficio de la polémica, donde las preferencias oficiales del arte
mexicano hacen víctima inocente al gran público.
En esta ocasión, el golpe de la actualidad ha impactado al
recinto propiedad de la Universidad Autónoma de México (UNAM), conocido como el
CCU Tlatelolco, antiguo edificio de la Secretaría de Relaciones
Exteriores, modificado ex profeso para
albergar exposiciones por parte de la universidad y cuyas salas cobijaron,
hasta hace muy poco, la colección más grande de pintura mexicana contemporánea:
la colección Blaisten, conformada por obras representativas de la plástica
nacional de la primera mitad del siglo XX.
Si bien el motivo de la salida de la colección aún permanece
en la polémica, la recién nombrada titular de Difusión Cultural de la UNAM, Ma.
Teresa Uriarte, justificó la decisión bajo el argumento de que la Universidad
no pudo “satisfacer las demandas que el coleccionista solicitó para reactivar
dicho convenio de colaboración”, razón por la cual no se había renovado el
contrato para la exhibición de las obras. Cabe destacar que dicha información
ha sido desmentida por el mismo coleccionista, Andrés Blaisten, quién afirma
categóricamente que él nunca había solicitado dinero y que inclusive, había
puesto de su propio bolsillo para la celebración de exposiciones en el recinto
universitario.
Esto no pasaría de ser un conflicto burocrático si no fuera
por el mañoso uso de la información que al respecto han dado distintos medios
de comunicación muy leídos en México, así como columnistas cuyas motivaciones
son tan brumosas como la salida de la colección, todo esto sin contar el punto
de vista, despectivo e indiferente a las
múltiples críticas, de la señora Uriarte (señora de Francisco Labastida Ochoa),
mismas que han obligado al rector Narro Robles a asegurar un nuevo lugar para
la colección Blaisten en un recinto de la UNAM. Pregunto ¿No va a ser más caro
mudar toda la colección con todo lo que implica, que haberla dejado donde
estaba?
En medio de la polémica, la siempre fiera voz de Avelina
Lesper ha salido a dar la cara por el grupo inconforme denunciando, una vez
más, que la intención de Uriarte no es otra que favorecer al arte conceptual y
quitar espacios a las artes tradicionales, piezas cuyo valor no depende del
recinto sino de su valor intrínseco, según Lesper.
De ser cierto esto, no deberíamos estar tan preocupados.
Después de todo la colección Blaisten será arte donde quiera que esté y su
propio valor le hará salir a flote de este connato de naufragio en altamar. ¿O
no?
Andrés Blaisten no es un coleccionista común y corriente, a
diferencia del tristemente célebre Ryoei Saito quien deseaba ser cremado junto
a sus pinturas más queridas, Blaisten se ha dado el trabajo de divulgar a los
autores de su colección al común de la población, además de haber impulsado
múltiples retrospectivas donde podemos ver la obra de algunos de los mejores
artistas que ha dado México. ¿Será Andrés Blaisten alguien que va de compras en
la feria MACO? ¿Cuál es su opinión sobre el arte “actual”? ¿Es Blaisten un
enemigo a vencer como parece tomarlo la señora Uriarte?
Múltiples son los artistas, curadores y burócratas del arte
actual que claman el final del pleito de las artes, que hablan de anticuados
clichés de anticuados pintores y también anticuados fantasmas que ya no
existen, pero este tipo de acciones hacen reflexionar si la agresiva expansión
del MUAC no es de hecho, un intento de tener un arte que represente una
generación y lo que es más, una era, la era de Teresa Uriarte.
Tal vez los detractores de este conflicto tienen razón, esto
no es ya una discusión, ni una pelea, mientras que el MUAC humilla a Daniel
Lezama rechazando una importante obra del defeño y quita su hogar a la
colección Blaisten, la triste realidad es que el diezmado bando de las artes
tradicionales no ha conseguido hacer ni un rasguño a las instituciones
orientadas al arte conceptual, mas allá de las bravatas de algunos pintores,
muchas de ellas desde un punto de vista sumamente romántico, es evidente que el
avance de un arte dependiente de las instituciones que lo validan es
aplastante.
¿El avance del futuro sobre el pasado quizás? ¿O el avance
del capitalismo sobre el humanismo?
Creamos un segundo que, en efecto, la pintura de la
colección Blainstein tiene un valor artístico intrínseco a su naturaleza
pictórica, mismo del que carecen las colecciones propuestas por Uriarte para
ocupar el ahora en espera, espacio de Tlatelolco. ¿No sería en dado caso algo
similar a lo que pasa con el dinero y el oro? Pensemos por un momento que el
valor de un billete depende forzosamente de una convención aceptada y asimilada
casi de manera inconsciente, no es solo celulosa (o plástico, o de lo que sea
que están hechos los billetes actualmente), sino que dicha convención le otorga
un valor monetario. Por otra parte, el oro ha sido motivo de adoración y
disputa a lo largo de la historia, producto de otra convención, cierto, pero
esa convención se dio en diferentes continentes y culturas, mismas que no
tenían relación entre sí pero que, merced las propiedades intrínsecas del oro,
su belleza, su dificultad para conseguirse, su brillo, motivaron su posesión en
civilizaciones tan dispares como las europeas y las americanas.
¿Qué hago yo si quiero que mi celulosa impresa sea la única
moneda de cambio, la única forma de moneda posible? Respuesta: me deshago del
oro.
Y así, el arte conceptual, el que requiere de la convención
para ser válido y que fuera de la convención, en este caso del museo, sería
tomado por su confuso valor real, (a menos que un curador hiciera guardia
constante al lado de la pieza, claro) se vuelve la única moneda de cambio, el
único arte posible para una generación convulsa con sus propios genios y sus
propios coleccionistas, sus propios recintos donde no cabe mas que el discurso
de sus nuevos profetas.
Y no creo que esto sea culpa de los artistas conceptuales,
conozco muchos que realmente tienen fé y pasión por su actividad, tal vez tanta
o más de lo que tienen algunos pintores.
Pero sus burócratas… ¡oh amigo!, teme a la burocracia del
arte actual, porque a diferencia de los “viejos” coleccionistas y los
“anticuados” museos cuya pasión a veces nublaba su juicio empresarial, estos
nuevos lo ven todo como un negocio, el negocio del arte, un negocio al que
México llega tarde y se quiere poner al corriente ¿Cómo? ¿Jodieron ya a sus
pintores y a sus escultores y a sus coleccionistas de arte tradicional? Denos
un sexenio para ponernos al corriente.
Y así las cosas, solo nos resta temer si, en efecto, Uriarte
será secretaria de cultura en el sexenio de EPN, si así es, bueno, que se fajen
bien los cinturones el MUNAL, Bellas Artes y demás, porque van a necesitar un
camión de mudanzas realmente grande.
consultado el 14 de nov de 2012
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