miércoles, 14 de noviembre de 2012

Una reflexión sobre el arte tradicional vs arte contemporáneo








"La fuerza de uno es solo un accidente que se deriva de la debilidad de los otros."

Joseph Conrad

En un ensayo anterior, Arte tradicional VS arte actual, la crítica y el perro que se muerde su propia cola, mencioné, a propósito del conflicto entre diferentes corrientes de crítica de arte en México, una serie de artículos de diversos autores destinados a hablar de “la llaga casi cerrada” que representa el brete de las artes tradicionales versus las nuevas disciplinas que vienen ejerciendo su hegemonía en la oficialidad mexicana.

Si bien dicha controversia en otros países pareciera haberse apaciguado, la costumbre nacional de “llegar tarde a la fiesta” hace parecer que no solo la llaga no esta cerrada, sino que constantemente se le hecha sal para beneficio de la polémica, donde las preferencias oficiales del arte mexicano hacen víctima inocente al gran público.

En esta ocasión, el golpe de la actualidad ha impactado al recinto propiedad de la Universidad Autónoma de México (UNAM), conocido como el CCU Tlatelolco, antiguo edificio de la Secretaría de Relaciones Exteriores,  modificado ex profeso para albergar exposiciones por parte de la universidad y cuyas salas cobijaron, hasta hace muy poco, la colección más grande de pintura mexicana contemporánea: la colección Blaisten, conformada por obras representativas de la plástica nacional de la primera mitad del siglo XX.

Si bien el motivo de la salida de la colección aún permanece en la polémica, la recién nombrada titular de Difusión Cultural de la UNAM, Ma. Teresa Uriarte, justificó la decisión bajo el argumento de que la Universidad no pudo “satisfacer las demandas que el coleccionista solicitó para reactivar dicho convenio de colaboración”, razón por la cual no se había renovado el contrato para la exhibición de las obras. Cabe destacar que dicha información ha sido desmentida por el mismo coleccionista, Andrés Blaisten, quién afirma categóricamente que él nunca había solicitado dinero y que inclusive, había puesto de su propio bolsillo para la celebración de exposiciones en el recinto universitario.

Esto no pasaría de ser un conflicto burocrático si no fuera por el mañoso uso de la información que al respecto han dado distintos medios de comunicación muy leídos en México, así como columnistas cuyas motivaciones son tan brumosas como la salida de la colección, todo esto sin contar el punto de vista, despectivo e indiferente a  las múltiples críticas, de la señora Uriarte (señora de Francisco Labastida Ochoa), mismas que han obligado al rector Narro Robles a asegurar un nuevo lugar para la colección Blaisten en un recinto de la UNAM. Pregunto ¿No va a ser más caro mudar toda la colección con todo lo que implica, que haberla dejado donde estaba?

En medio de la polémica, la siempre fiera voz de Avelina Lesper ha salido a dar la cara por el grupo inconforme denunciando, una vez más, que la intención de Uriarte no es otra que favorecer al arte conceptual y quitar espacios a las artes tradicionales, piezas cuyo valor no depende del recinto sino de su valor intrínseco, según Lesper.

De ser cierto esto, no deberíamos estar tan preocupados. Después de todo la colección Blaisten será arte donde quiera que esté y su propio valor le hará salir a flote de este connato de naufragio en altamar. ¿O no?

Andrés Blaisten no es un coleccionista común y corriente, a diferencia del tristemente célebre Ryoei Saito quien deseaba ser cremado junto a sus pinturas más queridas, Blaisten se ha dado el trabajo de divulgar a los autores de su colección al común de la población, además de haber impulsado múltiples retrospectivas donde podemos ver la obra de algunos de los mejores artistas que ha dado México. ¿Será Andrés Blaisten alguien que va de compras en la feria MACO? ¿Cuál es su opinión sobre el arte “actual”? ¿Es Blaisten un enemigo a vencer como parece tomarlo la señora Uriarte?

Múltiples son los artistas, curadores y burócratas del arte actual que claman el final del pleito de las artes, que hablan de anticuados clichés de anticuados pintores y también anticuados fantasmas que ya no existen, pero este tipo de acciones hacen reflexionar si la agresiva expansión del MUAC no es de hecho, un intento de tener un arte que represente una generación y lo que es más, una era, la era de Teresa Uriarte.

Tal vez los detractores de este conflicto tienen razón, esto no es ya una discusión, ni una pelea, mientras que el MUAC humilla a Daniel Lezama rechazando una importante obra del defeño y quita su hogar a la colección Blaisten, la triste realidad es que el diezmado bando de las artes tradicionales no ha conseguido hacer ni un rasguño a las instituciones orientadas al arte conceptual, mas allá de las bravatas de algunos pintores, muchas de ellas desde un punto de vista sumamente romántico, es evidente que el avance de un arte dependiente de las instituciones que lo validan es aplastante.

¿El avance del futuro sobre el pasado quizás? ¿O el avance del capitalismo sobre el humanismo?

Creamos un segundo que, en efecto, la pintura de la colección Blainstein tiene un valor artístico intrínseco a su naturaleza pictórica, mismo del que carecen las colecciones propuestas por Uriarte para ocupar el ahora en espera, espacio de Tlatelolco. ¿No sería en dado caso algo similar a lo que pasa con el dinero y el oro? Pensemos por un momento que el valor de un billete depende forzosamente de una convención aceptada y asimilada casi de manera inconsciente, no es solo celulosa (o plástico, o de lo que sea que están hechos los billetes actualmente), sino que dicha convención le otorga un valor monetario. Por otra parte, el oro ha sido motivo de adoración y disputa a lo largo de la historia, producto de otra convención, cierto, pero esa convención se dio en diferentes continentes y culturas, mismas que no tenían relación entre sí pero que, merced las propiedades intrínsecas del oro, su belleza, su dificultad para conseguirse, su brillo, motivaron su posesión en civilizaciones tan dispares como las europeas y las americanas.

¿Qué hago yo si quiero que mi celulosa impresa sea la única moneda de cambio, la única forma de moneda posible? Respuesta: me deshago del oro.

Y así, el arte conceptual, el que requiere de la convención para ser válido y que fuera de la convención, en este caso del museo, sería tomado por su confuso valor real, (a menos que un curador hiciera guardia constante al lado de la pieza, claro) se vuelve la única moneda de cambio, el único arte posible para una generación convulsa con sus propios genios y sus propios coleccionistas, sus propios recintos donde no cabe mas que el discurso de sus nuevos profetas.

Y no creo que esto sea culpa de los artistas conceptuales, conozco muchos que realmente tienen fé y pasión por su actividad, tal vez tanta o más de lo que tienen algunos pintores.

Pero sus burócratas… ¡oh amigo!, teme a la burocracia del arte actual, porque a diferencia de los “viejos” coleccionistas y los “anticuados” museos cuya pasión a veces nublaba su juicio empresarial, estos nuevos lo ven todo como un negocio, el negocio del arte, un negocio al que México llega tarde y se quiere poner al corriente ¿Cómo? ¿Jodieron ya a sus pintores y a sus escultores y a sus coleccionistas de arte tradicional? Denos un sexenio para ponernos al corriente.

Y así las cosas, solo nos resta temer si, en efecto, Uriarte será secretaria de cultura en el sexenio de EPN, si así es, bueno, que se fajen bien los cinturones el MUNAL, Bellas Artes y demás, porque van a necesitar un camión de mudanzas realmente grande.

consultado el 14 de nov de 2012

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